Allá por 1959 Nuestro Abuelo, Hector Plazza (más conocido como Don Plazza, o Placita”) comienza a trabajar en una fábrica láctea de la zona con un solo objetivo: juntar los ahorros suficientes que le permitieran estudiar y comprar las herramientas necesarias para vivir de su nueva pasión: la relojería mecánica.  

Años más tarde, estaría tomando clases por carta, aprendiendo todo sobre este nuevo oficio.

Fue en el año 1963, donde se encontraba abriendo un humilde taller de reparación en un garage. Por ese entonces, los relojes eran todos a cuerda: manuales o automáticos. Era un trabajo detallista, que requería de muchas horas de trabajo minucioso.  

Tiempo después, y junto con Margarita, su esposa abrieron el primer local: Relojería y bazar de alta gama (así es, antes que la joyería en sí misma, se relacionaba relojes con copas de cristal).

El tiempo paso… los relojes a pila ganaron Mercado, se jubiló y su pasión siempre se mantuvo intacta: 

hasta sus 75 años, todos los martes y jueves, volvía a la joyería, (donde ahora Tito, su hijo, era el encargado) retiraba los pedidos y  los reparaba en el escritorio de su casa, escuchando su querida radio y su lupita, tan especial, en el ojo. 

Nuestro rincón con historias por contar…
Las columnas nacen, con la imagen de nuestro abuelo, y sus manos… le siguen una serie de relojes a cuerda que fueron reparados por el a lo largo del tiempo.

Espacio Creado por Efeeme Arq. e intervenido por la artista Moreno Rocío.

Carrito de Compras0
Aún no agregaste productos.
Seguir viendo
×